No es fácil visitar sitios muy alejados y constatar que la pobreza se respira por todos los ambientes en un cruel contraste con la hermosa naturaleza que rodea nuestros pueblos y caseríos. Llevar esperanza y alguito de ayuda temporal no es nada comparado con la necesidad que siento porque tengan algo más permanente que les permita alimentarse o curarse las heridas o tener por lo menos alguna mínima comodidad para vivir.
Sí... estoy en la ruta del cacao (Caserío Miraflores, Distrito de Huicungo, Provincia de Mariscal Cáceres, San Martín), todos hablan de cuánto se produce y como nuestro cacao gana más mercado, pero todavía el pequeño productor que tiene una hectárea no percibe los beneficios y alimenta un ciclo pernicioso que hace que la pobreza no pueda irse de estos lugares... Y, entonces, me acuerdo de todos aquellos que desde el escritorio con una pasmosa maldad, mirando el blanco y negro de las cifras, y se olvidan de esta cruel realidad que viven los pueblos de nuestra región.
Hay tanto por hacer... y hay tantas cosas que muchas autoridades municipales o regionales, por estar con mezquindades o pensando en su comisión o en como incrementar los presupuestos de las obras, no están haciendo, que no queda más que mostrar estas cosas a ver si se les conmueve en algo el corazón.
Felizmente desde los programas sociales con todas las críticas o errores que podemos tener, algo muy importante estamos haciendo.
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